“Recibirás mayor bendición de los cielos”
No acumules sentimientos que solo traerán angustia en tu interior. ¿Te hirieron? ¿Te menospreciaron? ¿Te traicionaron? ¿Te abandonaron? ¿Te humillaron? ¡Da gracias!
Mira a aquellos que se levantaron en contra tuya como instrumentos para sacar el sentimiento del perdón en ti.
¡Desecha el enojo! No te contamines con malos deseos, rencor, venganza o resentimiento; no es justo que aparte de ser. Tú, el herido de palabra o por hecho, también seas el que sufra, el que pierda noches de sueño, el que acumule resentimientos, el que sea incapaz de ser feliz, el que se deprima, el que se frustra, el que no se dé una nueva oportunidad.
Tú eres el perjudicado si no perdonas. Aprende a dejar todo en manos de Dios, y mira este proceso como una enseñanza para tu crecimiento; una manera de demostrar que no importa cuantas veces te hayan traicionado, tú continuaras creyendo en Dios y hacienda bien a los demás.
No pierdas el tiempo hablando de aquello que te hicieron, gánalo hablando de tus sueños, de tus bendiciones, de tus planes y de lo grande que Dios hará… No vale la pena hablar de lo que te hizo llorar, y si no lo vas a hacer que sea para reconocer que ese acontecimiento no te destruyó y tu corazón está sano, sin odio, solo con amor y con la fe y deseos de ir por más.
Si no perdonas, tu acción podría ser peor ante Dios que aquel que te hizo daño… Esa persona podría arrepentirse y tú mantienes raíces de amargura en tu corazón. ¡Recibe ventaja! Ve tú primero ante Dios o ante los demás y demuestra que todo dardo del infierno no prevaleció y tu corazón se guardó porque tú sabes quién eres en Dios y ni una acción del hombre podrá cambiarlo.
Bendice a los que te maldicen para que recibas la recompensa del Cielo.
Mateo 5:43-488 “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen: para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos” ¡Amén!