Me ves en el piso, pero no estoy derrotada…desde este lugar me arrastro por mi milagro.
Lucas 8: 43-48
Aquella mujer enfermó por unos largos 12 años, invirtió todo lo que tenía en médicos y nunca sanó, fue menospreciada por todos, vista como mujer inmunda, obligada a permanecer oculta para no ser apedreada en público…ella solo vivía con su dolor, su vergüenza y su enfermedad.
Esa mujer perdió sus fuerzas, sus esperanzas y vencida por esa terrible enfermedad estaba en espera del último día de su vida.
De repente su historia toma otro curso, ella escucha algo que la sacude: «¡el Maestro está a punto de pasar cerca de casa!»
Tan solo el rumor de lo que era aquel hombre y lo que había hecho en otros le hizo retomar fuerzas, ¡se incorporó! Ella dijo: «pasé 12 años de mi vida luchando y no moriré rindiéndome, yo llegaré hasta ese hombre, porque con tan solo tocar el borde de su manto seré ¡SANA!
Desde allí comenzó el milagro a obrar, desde que esa fe cobró vida, atacó la duda, la debilidad, el fracaso, la muerte, la enfermedad, la depresión, la angustia y el destino incierto.
Esa fe movió a la Mujer del flujo de Sangre hacia la multitud. Se arrastró entre todos… la pisaban, la empujaban, le pasaban por arriba, pero NADA la detuvo, ¡no! Porque durante esos pesados 12 años ya ella había sido pisoteada por un malvado sangrado que deshizo su vida y esto no la iba a detener.
Mientras más la pisaban, más se arrastraba y más cerca de su milagro estaba. ¡LLEGÓ! Así como lo dijo lo hizo, ¡tocó el manto! Y al instante fue SANA.
El Maestro se detiene y dice: ¡alguien me tocó! Y los discípulos responden: ¡claro Maestro! La multitud aprieta, pero Él dijo: ustedes no entienden, quien me tocó sacó virtud de mi, quien me tocó supo a quien tocaba, quien me tocó fue alguien de fe que arrebató su milagro, quien me tocó fue una poderosa mujer dispuesta a perder su vida para ganarla. Y ahí estaba ella diciendo: ¡fui yo! Te toqué y fui SANA. El Maestro le contestó: «TÚ FE te ha salvado» ¿entiendes? Recibió algo más que la sanidad, recibió salvación.
¡SÚ FE lo hizo!
¿Que o quién te ha pisoteado por años? No lo sé, pero si se que al igual que esa mujer, sin importar en el lugar en donde te encuentres, aunque seas menospreciada y aparentemente no estés a la altura de los que te rodean, estando en el suelo, estás en el lugar perfecto para poder tocar el manto. Ponle nombre a ese flujo de sangre que acabó con tus fuerzas, con tus finanzas, con tu paz, con tu felicidad, porque hoy lo llamaras por su nombre para despedirte porque vas a tocar el manto.
¡Tu fe sacudirá tus fuerzas! ¡Tu fe atacará la opresión! ¡Tu fe resucitará tus sueños! ¡Tu fe te hará libre por completo hoy!
Arrástrate una vez más, pero esta vez para que seas completamente LIBRE de todo lo que quizo matar tu propósito por años.
Si estás en este lugar y estás escuchando esto, es porque ¡llegó tu tiempo! El Maestro está pasando por aquí, ¡sal por tu milagro!