Las Tormentas de la Vida

“No te ahogarás, ¡llegarás al otro lado!”

Lo cierto es qué hay tormentas que llegan sin nosotros esperarlas; esas que nos toman por sorpresa cuando caminamos hacia nuestro destino final ese día en el que se nota el sol muy radiante sin vientos fuertes y el mar tranquilo, entonces nos interrumpe por un momento.

Momento en el que debemos decidir si devolvernos o continuar, si luchar o rendirnos.
No sé porque la primera opción qué pasa por nuestra mente es ese pensamiento que nos hace creer que es más fácil la retirada que la avanzada. Es como si algo nos dijera: «¡uff! Es muy difícil lidiar en contra de la tormenta…mejor me escapo» ¡Eso no es cierto! Es más difícil el retroceso, usarás la misma intensidad para movilizarte y cuando crees que terminas resulta que estás en el punto de partida.

¡Ya estás más cerca de tu destino! Es luchar para lograrlo que estar quieto sin intentarlo. Quiero decirte hoy, que si huyes, no le huyes a la tormenta, le huyes a tus sueños…y a donde quiera que vayas, tu sueño va contigo, y ya sea sobre las aguas o sobre tierra, en la barca o en tu casa, allí te encontrarás con la tormenta.

No porque sea un castigo, sino porque esa tormenta es enviada para destruir lo inservible y dejar contigo lo que está edificado sobre la roca. ¿Recuerdas el cuento de los tres cerditos y sus casas construidas que fueron destruidas con el soplo del lobo, sin embargo la tercera permaneció firme y no pudo ser destruída? ¡Algo así! La tormenta se llevará todo lo que no sirve, y hasta la cobardía que tantas veces te estancó ¡se va! para que quede la valentía con la que pelearás por tus sueños. Por más alta que sea la ola, por fuerte que sea la invasión sobre tu barca…¡no te detengas!

El Maestro está contigo.
Leer Mateo 8:23-27
Jesús no los había dejado solos, Él estaba allí dentro, y mientras Él esté dentro de la barca, la barca no se hundirá porque todavía hay un propósito vivo, un llamado al cual acudir, una misión por cumplir.
No estás solo, es solo que el Señor espera que uses la fe que ya te ha otorgado para que por ti mismo cesen esos fuertes vientos.

Si estás en medio de una fuerte prueba que te ha golpeado, te ha herido y ha querido hundirte junto a tus sueños… ¡no te canses! Nunca será tan bravo el Mar como para poder con el Dios que va contigo.
Saliste de la orilla del pasado, para llegar al otro lado, donde te espera la realidad de tu sueño.

«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti» Isaías 43:2.